CHILE( II ): CARMENERE, LA REINA CHILENA


La uva Carmenère es originaria de la prestigiosa región de Burdeos, Francia. Forma parte de la familia de la Cabernet Sauvignon, y su nombre proviene de la palabra francesa carmín, que hace referencia al color que toman sus hojas durante el otoño.
Por naturaleza, es muy propensa a las plagas, en especial en lugares húmedos como Burdeos. Así que cuando la plaga filoxera atacó a esta AOC (Appellation d’Origine Contrôlée) a mediados del siglo XIX, quedaron devastadas enormes extensiones de viñedos y esta variedad se daba por muerta.
En la actualidad no es común encontrarla en su país de origen. Lo curioso es que tuvo que viajar miles de kilómetros y llegar a Chile, donde ha encontrado un terroir que la favorece enormemente.
Llegada a Sudamérica, los viticultores chilenos pensaron que se trataba de Merlot, la cual también proviene de Burdeos. Sin embargo, pronto notaron que los vinos que se producían con ella eran distintos a los clásicos Merlot de otras regiones del mundo.
Así que hasta mediados de la década de los noventa, un profesor de la escuela de enología de Montpellier (Francia), cayó en la cuenta de que lo que los chilenos llamaban Merlot era en realidad la Carmenère originaria de Burdeos. Le tomó cuatro años más al Departamento de Agricultura de Chile validar esto.
Algo similar pasó en Italia, algunos viticultores buscaban experimentar con variedades extranjeras, en especial las tintas de Burdeos, así que varios de ellos consiguieron cortes de lo que ellos pensaban era Cabernet Franc.
Estudios ampelográficos determinaron que en realidad era Carmenère, y dado que ninguna región de Italia la ha incluido en su portafolio de posibles variedades, no es posible etiquetar los vinos con el nombre de la cepa; en consecuencia, los vinos que se hacen en el país con esta uva reciben simplemente un nombre genérico.
A la Carmenère la podemos encontrar también en Estados Unidos (concretamente en California y Washington), Australia y Nueva Zelanda. Esto da testimonio de que la cepa tiene potencial de adaptación a nuevos terroirs, siempre y cuando se le trabaje de manera apropiada.
Para obtener vinos de gran calidad con esta variedad se deben de recortar los rendimientos de manera significativa; los Carmenères producidos ahora rinden homenaje al estilo del nuevo mundo y a las técnicas de vinificación modernas; es decir, se producen vinos de alta expresión, de colores intensos y potencia en el paladar.
Esta cepa se encuentra entre los colores rojo carmesí y los colores púrpuras intensos, según el productor. De una misma forma pueden expresar perfiles de frutas rojas (como la fresa y frambuesa) o perfiles de frutas negras (como la zarzamora, ciruelas, grosellas y compotas muy concentradas). Como aromas secundarios puede incluir especies como la canela y el clavo, café y cuero son descriptores comúnmente encontrados en estos vinos.
En cuanto a su estructura, los taninos son de intensidad media-alta, más ligeros que los de sus compañeros cabernet sauvignon y merlot, con una potencia en paladar significativa, opulentos en algunas ocasiones pero al mismo tiempo manteniendo una postura elegante.
Con esta potencia en boca y nariz se pueden disfrutar excelentemente ahora o guardarse de cinco a siete años sin ningún problema.
Actualmente, las empresas vitivinícolas chilenas invierten mucho en esta cepa con el propósito de crear una identidad propia para el vino chileno basándose en el Carménère, siguiendo el ejemplo de las bodegas australianas y la variedad de uva Syrah.
Mediante importación desde Chile a fines de los 90 llegaron algunas cepas a Australia. La viña Amietta en el valle Moorabool (Geelong, Victoria State) plantó como pionera el Carménère y produce hoy en día con gran éxito.
En 2006 se descubrió mediante análisis de ADN que también en Nueva Zelandia existen algunas cepas de Carménère en la región de Matakana. Hasta entonces se había creído que se trataban de Cabernet Franc.

EL AMOR Y EL VINO POR ENCIMA DE TODO

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